Dodge Omni GLH/GLHS: «Goes Like Hell and Some more» (Parte II)

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El Dodge Omni GLH demostró que EE.UU. podía crear un compacto deportivo capaz de enfrentarse a europeos y japoneses. Pero fue necesaria la “muerte” del modelo original para que este hatchback se convirtiera en leyenda.

Con el fin de la fabricación de los Dodge Omni GLH/GLH-T, era necesario despedir por todo lo alto el pequeño bólido. Así se arregló un acuerdo para que 500 unidades del Omni fueran enviadas a los talleres de Carroll Shelby. El tejano regresaba por todo lo alto como constructor con esta edición limitada, que se convertiría en el Shelby GLHS (Goes Like Hell and Some more).

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Haciendo del Dodge Omni una leyenda

Aunque los modelos de Shelby están basados en los autos de fábrica, se realizaron cambios muy radicales bajo el capó. Por ejemplo, un sistema de inducción de aire, un radiador más grande, un intercooler montado en la parte frontal, un colector de admisión de dos piezas, un sistema de inyección multipunto y un turbo Garret T03 con presión aumentada a 12 psi.

Otras piezas (filtro de aire, inyectores, rieles de combustible y tubos para sistema de admisión/escape) fueron suministradas por Chrysler y luego usadas en los motores Turbo II. Con estas modificaciones, los GLHS desarrollaban 175 hp de potencia y 237 Nm torque, con una “línea roja” a 5.800 rpm para proteger el motor y asegurar la durabilidad.

Con este aumento de potencia, fue necesario equipar al Dodge Omni con amortiguadores Koni de ajuste manual, muelles helicoidales rebajados en 2,5 centímetros y neumáticos Goodyear Eagle Gatorback GT 205/50VR15. Shelby también se encargó de instalar frenos y barras estabilizadoras más grandes, así como una dirección hidráulica de piñón y cremallera recalibrada.

Según pruebas de la época, le tomaba 6,7 segundos en alcanzar 60 mph, completaba el ¼ de milla en 14,7 s a 151,2 km/h y lograba un agarre en curvas de 0,88g.

Foto publicidad de la época

El Dodge Omni impone respeto

Sin proponérselo, Shelby hizo del Dodge Omni un sleeper en toda regla, pues era impensable que fuese capaz de superar (al menos en rendimiento) a los pony-car contemporáneos o estar al nivel de los reputados Corvette, Porsche 944, Nissan 300ZX y otros modelos importados. Aun así, la firme suspensión que tenía el GLHS provocaba un comportamiento impreciso en superficies bacheadas o muy onduladas.

Estos modelos de edición limitada se distinguen por su carrocería en color negro con interiores grises, faros antiniebla BOSCH, adhesivos “CS-SHELBY-CS” en la parte superior del parabrisas, rótulos “SHELBY” en los costados, un conjunto de spoilers estándar y ruedas de 15 pulgadas “Shelby Centurian” en aleación. Por dentro cuentan con timón y palanca de cambios en cuero, placas con el número de cada unidad, pedales de acelerador/freno más cercanos para facilitar la maniobra de punta-tacón y un velocímetro graduado hasta 135 mph.

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Las únicas opciones eran un enfriador de aceite para trabajo pesado y la barra antivuelco, todo esto por un precio de US$11.000 de la época, convirtiéndolo en la pieza de alto rendimiento más económica disponible en el mercado norteamericano.

Realmente el Omni GLHS fue un hatchback muy especial, sin embargo cayó rápidamente en el olvido, pues Shelby se enfocó en nuevos autos pequeños de alto desempeño basados en los vehículos Dodge y la misma compañía continuó mejorando su tecnología de motores turbocargados para instalarlos en otras aplicaciones de mayor tamaño.

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Todo un «Mo-Par»

Los Dodge Omni básicos fueron muy populares en su momento pero no sucedió igual con estas versiones de alto rendimiento, muestra de ellos son las cifras de ventas (3.285 unidades en 1984, 6.513 en 1985, 3.629 en 1986 y 500 modificados por Shelby), detalle que lo convierte por derecho propio en un modelo con cierto nivel de exclusividad. Es seguro que actualmente sea difícil hallar uno en buen estado.

En mi opinión es un automóvil que tenía un rendimiento sorprendente para su época y aun hoy es capaz de enfrentarse con algunos hot-hatch modernos (al menos en línea recta). Su diseño es un fiel recuerdo de la dramática época en que fue concebido, pero su equipo mecánico es una muestra de que hasta el más racional de los autos puede ser un juguete emocionante.

No tendrá un V8 bajo el capó, pero nadie dudará que al presionar el acelerador se esconde una actitud digna de cualquier ‘Mopar‘ de los sesenta o setenta. Además, el mismísimo Shelby le puso su apellido y es bien sabido que el difunto tejano no «firmaba» algo que no fuese suficientemente deportivo, potente y rápido para ocupar un lugar memorable en la historia.

Aquí puedes revisar la ficha técnica del Dodge Omni Shelby GLHS 1986

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