Mille Miglia: «La Corsa più bella del mondo»

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Hace casi 100 años, la Mille Miglia se celebró por primera vez. Aunque su historia es muy conocida, nunca sobra hacerle un pequeño homenaje, pues la nostalgia por las grandes carreras de ruta nos hace vibrar de emoción.

Por espacio de treinta años (1927-1957), la Mille Miglia fue una de las pruebas de carretera más importantes del mundo. Junto con la Carrera Panamericana y la Targa Florio, ofrecía grandes retos a quienes se animaban a tomar parte de ella, pues tenía lugar sobre las vías públicas y los pilotos se enfrentaban a diversas condiciones climáticas y topográficas, mientras “domaban” con valentía autos deportivos que hoy reposan en colecciones y museos.

El equipo de Porsche en la Mille Miglia de 1954

La carrera fu planteada por Renzo Castegneto, Giuseppe Mazzotti, Ajmo Maggi y Giovanni Canestrini (los tres primeros miembros del Automóvil Club de Brescia  y el último uno de los más reputados periodistas del periódico Gazzetta dello Sport), quienes trazaron una ruta cuyo punto de partida era Brescia, para llegar hasta Roma por el costado del Adriático y luego devolverse por la otra costa hacia Brescia. En suma, era un recorrido de casi 1.600 kilómetros compuesto por retorcidas carreteras de montaña y veloces rectas a través de las llanuras; una carrera que podía pasar en la puerta de la casa para que el italiano pudiera apreciar a sus ídolos y las veloces máquinas recorriendo la geografía nacional.

Solo bastaron tres meses para que el 26 de Marzo de 1927 se pusiera en marcha la primera edición de la prueba, en la que participaron 77 vehículos y que luego de recorrer semejante distancia, los pilotos Minoia-Morandi, al volante de un OM 665s Spyder, recibieron la bandera a cuadros. En vista de tal éxito, las autoridades italianas la incluyeron en el calendario de competiciones locales y así, desde 1928, Alfa Romeo dominó la Mille Miglia gracias a los “ases” italianos del momento, como Campari, Nuvolari, Borzacchini, Varzi y, al final, Clemente Biondetti fue quien llevó al Biscione hasta la bandera a cuadros en 1938.

BMW 328 Coupe Kamm, llegando a Brescia, en la carrera de 1940.

Los alemanes llegan a la Mille Miglia

Cabe destacar los épicos duelos (sobre todo entre Nuvolari y Varzi) que caracterizaron la carrera entre 1930 y 1934 (con un saldo de dos victorias a favor de Nuvolari) o las atípicas ediciones de 1931 y 1940, donde los alemanes fueron los dominadores, primero Rudolf Caracciola y su Mercedes-Benz SSKL, que estableció récord de tiempo y luego Fritz Huschke von Hanstein en un BMW 328 Coupé con carrocería tipo Kamm.

Luego de una interrupción de todas las actividades deportivas en toda Europa, la carrera regresó en 1947 y de nuevo fue ganada por Biondetti con Alfa Romeo. A partir de 1948 surgió una nueva fuerza deportiva que dominó las competencias; era ni más ni menos que Ferrari, quien hizo de la Mille Miglia una carrera suya hasta la extinción de esta. En ese entonces Ferrari ya era un consolidado constructor de autos deportivos, que necesitaba de estos reconocimientos para sostener el negocio que apenas iniciaba.

Giannino Marzotto y el Ferrari 340MM, partiendo de Brescia, en la carrera de 1953.

Los autos de Maranello dominaron la justa italiana en los años 48 y 49, conduciendo Biondetti un automóvil que sentó la base del futuro desarrollo deportivo de Ferrari: el modelo 166, sobre todo su versión Barchetta (apodada Mille Miglia). Ya en los años 50 la prueba se convirtió en una fecha importante  del naciente Campeonato Mundial de Marcas, mientras que los pilotos italianos como Marzotto, Bracco, Villoresi, Castelotti y Taruffi obtuvieron con Ferrari todas las victorias excepto en 1954 y 1955.

Estos dos años vieron el resurgir de dos grandes marcas del pasado: Lancia y Mercedes-Benz. En 1954, Lancia formó un equipo que pretendía opacar a Ferrari y tomar el lugar de Alfa Romeo en las competiciones automovilísticas. Para ello contaban con un personal de primer nivel, en el que destacaban el ingeniero Vittorio Jano y el piloto Alberto Ascari, cada uno reconocido por sus habilidades. Ascari ganó para Lancia la carrera del 54 al volante del precioso D50 Spyder, brindándole a la marca un efímero éxito antes de su retiro total de las competencias en 1955.

Alberto Ascari en el Lancia D50 Spyder N. 602 - Ganador de 1954

La Mille Miglia llega a su recta final

Tal vez la edición más recordada de la Mille Miglia y que, por derecho propio, se convirtió en leyenda, fue la carrera de 1955, ganada por Stirling Moss al volante del Mercedes-Benz 300 SLR No. 722. Dennis Jenkinson, su copiloto, creó un sistema de notas en donde le informaba a Moss las características de la siguiente curva (tal como se hace hoy en los rallyes), por medio de señas, algo novedoso para la época. También alrededor de su presencia se tejieron muchas historias del recorrido que hicieron por las tortuosas carreteras italianas, que culminaron con una victoria absoluta estableciendo récord de tiempo y velocidad, jamás superados.

Luego de una victoria segura de Ferrari en el 56, la edición de 1957 prometía ser una de las más espectaculares, pues la abrumadora presencia de la casa italiana hizo que los demás autos simplemente se vieran lentos. La carrera se inició sin novedades importantes y así transcurrió hasta que en Guidizzolo, Alfonso de Portago y su copiloto Edward Nelson, a los mandos de un Ferrari, se salieron de la pista muriendo instantáneamente, causando la muerte a nueve espectadores. Todo esto debido a un neumático que se reventó mientras de Portago surcaba una recta a gran velocidad.

Moss y Jenkinson en el Mercedes-Benz 300SLR n. 722 - Ganadores de 1955

Este accidente puso «punto final» a la épica competencia y representó el ocaso de las grandes competencias de rutas, pues el aumento de las velocidades de los autos y su complejidad técnica, forzaron su desaparición. Desde entonces quedó clara la necesidad de contar con escenarios más seguros y mejores facilidades logísticas para su realización.

Aun así, carreras como esta nos transportan a otros días, más románticos, cuando el automovilismo simplemente se realizaba para el disfrute del público y de los mismos pilotos. La historia, en este caso, otorgó a la carrera un lugar justo y privilegiado. Lastimosamente la celebración de una competencia de estos pergaminos hoy día sería imposible, sin embargo la Mille Miglia Storica se corre desde 1977 y al igual que su antecesora, está llena de aventura, belleza y velocidad; los componentes mágicos de las grandes competencias del pasado.

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